Qué pena.
Si la memoria no me falla, con ésta ya son tres las entradas que he dedicado en mi blog a algún asunto televisivo. Las dos anteriores fueron para poner notas negativas (mucho!) y ésta, me temo, va a seguir un camino similar. qué pena. La maternidad y los medios no acaban de encajar.
Much@s pensaban que en esta ocasión la cosa sería diferente. Se las prometían muy felices con un nuevo programa, un formato revolucionario y transformador en el que se iba a dar a conocer a una figura muy interesante para las madres televidentes: La figura de la doula. el programa en cuestión, "Bebé a bordo", sonaba cuando menos prometedor.
¡Una doula en la tele!
¡Una doula! ¡Hala!... ¡Como yo!!!
Pero la realidad es que el programa lleva ya unas cuantas semanas emitiéndose y ahora, sintiéndolo mucho, tengo que cambiar la entonación del comentario:
¿Una doula? ¿Como yo???
Yo no conozco personalmente a la doula protagonista del espacio. El espacio ya adelanto que no me gusta, pero ella me merece todo el respeto del mundo, sin ninguna duda. Su trabajo me merece todo el respeto. Su trabajo como doula, me refiero, el de verdad, no el de la tele. Me merece todo el respeto y no puedo opinar acerca de él, sencillamente, porque no lo conozco. Y es que lo que he podido ver en la pantalla en estas semanas de emisión no ha sido el trabajo de una doula sino la pose ficticia y forzada de... no sé muy bien de qué, o de quién. No de una doula, en cualquier caso. Eso no es ser una doula. Una doula no trabaja así. Estoy segura de que, fuera de las cámaras, ella no trabaja así...
Yo, desde luego, no trabajo así.
Yo no soy como la doula de la tele.
Yo no organizo la vida de las familias a las que acompaño, no les cuelgo cuadrantes con imanes en la cocina y no les diseño un horario de visitas, de comidas y hasta de ingesta de agua (¡!). Mi trabajo consiste en apoyarlas para que sean capaces de hacerlo por sí mismas...
No enseño a los padres a meter el dedo en la boca de un recién nacido para calmar su llanto. Considero que cada familia sabe mejor que nadie (mejor que yo!) como cuidar y consolar a su bebé y, además, entre los pocos consejos que yo podría darles nunca estaría el de meter en la boca de un bebé de pocos días algo que no sea el pezón de su madre...
Insisto: Procuro no dar consejos. Confío en los padres y en las madres. Sé que son absolutamente capaces de bañar a un bebé o de cambiarle un pañal sin necesidad de supervisión...
Cuando acompaño un posparto acompaño a una mujer puérpera y no únicamente a una madre lactante. La lactancia es un capítulo importantísimo del acompañamiento, pero no es el único. No actúo como una asesora de lactancia sino como una doula. son dos cosas tan diferentes...
Acompaño a madres que, por la razón que sea, no amamantan. Lo que no hago, jamás, es transmitir a ninguna madre la impresión de que el pecho y el biberón son "casi lo mismo", que son dos opciones, asimilables, intercambiables. No. No asiento con la cabeza y sonriendo cuando una mujer me dice que los 6 ó 7 meses son una buena edad para dar el paso del pecho al biberón. No enseño a preparar un biberón con agua mineral (de mineralización muy débil, por supuesto!) de una marca determinada. No juzgo y no guío las decisiones de las madres que acompaño, desde luego que no, pero desde la debida distancia profesional procuro que, para tomar dichas decisiones, dispongan de información completa, veraz y contrastada.
En esto, y en muchas cosas más, no: No soy como la doula de la tele.
Sí, ya sé: La tele es negocio, sobre todo. Es también entretenimiento, es diversión y es, fundamentalmente, audiencia. La audiencia manda y a la audiencia, parece ser, le gusta lo que esta doula hace en su programa. Lo sé porque el programa sigue en antena y, también, porque desde que se emite hay más madres que se interesan por mis servicios como doula.
¡Qué decepción para ellas saber que yo no trabajo así!...
...¡Y qué decepción para mí saber que "eso" les interesa más que lo que yo hago!
Porque, ¿qué es lo que yo hago?
Lo que yo hago, lo que las doulas hacemos, es más bien un "estar" que un "hacer". Las doulas estamos para que las madres hagan. Las doulas no enseñamos a las madres a serlo; solo les damos el espacio que necesitan para que descubran que ya lo saben, que ya lo son. Las doulas no somos imprescindibles, ni siquiera terriblemente necesarias. Las madres podrían hacerlo todo sin nosotras. No somos protagonistas, ni estrellas, ni salvadoras, ni maestras, ni instructoras, ni... Solo somos doulas.
Y eso es muy difícil de explicar en la pantalla.
Quizás, al final, habrá que reconocer que la idea del programa no fue tan buena...
Qué pena.