martes, 7 de agosto de 2012

LAS MADRES QUE AMAMANTAMOS HACEMOS COSAS RARAS ... E INDECENTES!

Bueno, a mí realmente han llegado a decirme (en mi propia cara, con toda la ídem del mundo) que hasta antinaturales...

Y es que sí, es cierto, ver a un bebé mamando feliz del pecho de su madre suele provocar reacciones de ternura, sonrisas cómplices e incluso algún comentario validador y positivo. Es una imagen hermosa que resume la simbología clásica de la maternidad; de la maternidad entendida como entrega, amor incondicional, protección, cuidado... y todos esos conceptos que de entrada se relacionan con la idea de Madre. O incluso de Buena Madre. Socialmente hablando, de verdad lo creo, es una imagen positiva, valiosa y que gusta.

Pero...

Ay, que ya ha llegado el temido "pero"!

El "pero"(o una hermosa colección de "peros", más bien) llega cuando esta imagen maternal se sale de madre, valga la expresión, y rompe su idílica perfección clásica por cualquier esquina. Veamos:

*La imagen ya no gusta tanto, o no gusta a tantos, cuando esa madre desempeña su labor maternante en público. La misma estampa que, imaginada entre las paredes del hogar, satisface y encanta a tantos, a otros tantos les resulta inquietantemente "sucia" cuando se da en público. Es curioso, cuando menos... Amamantar a un bebé es algo bueno y me convierte en una Buena Madre cuando lo hago en casa, pero si lo saco a la calle me transforma automáticamente en una... en una qué? Tampoco debería sacar al exterior otros comportamientos maternantes como cambiar pañales, leer cuentos, jugar a "cucu-tras" o abrazar y dar besos???

*Hay cosas aún peor vistas que dar pecho en un banco del parque: Dar pecho en el trabajo, aunque sea en mi propio negocio, en la empresa que yo he levantado, en la tienda que yo regento, hace que mi profesionalidad sea puesta en duda. Se de clientes que han estado en mi local unas cuantas veces y a los que estoy convencida de haber atendido siempre con toda la educación del mundo; soy consciente de haberles dado un servicio impecable con el que han quedado plenamente content@s, y soy igualmente conscientes de que dichos clientes han preferido que no vuelva a atenderles yo después de haberme visto detrás del mostrador con mi bebé en el pecho. Sin más.

*El no va más de la lactancia en público: Amamantar "en tránsito", esto es, mientras paseas por la calle o curioseas en unos grandes almacenes. Puede que alguien se te acerque y medio-amablemente te ofrezca una silla o se preste a acompañarte a algún "sitio discreto donde puedas estar más cómoda" . Si también amablemente rechazas la oferta con una sonrisa y un "-Muchísimas gracias pero no me hace falta; estoy estupendamente así!" harás que te miren como a una auténtica perroflauta por muy de Carolina Herrera que vistas. Prueba; es divertido!

*Y eso de dormir con el bebé para poder amamantarlo libre y tranquilamente toda la noche? Ahí las miradas más que de desaprobación van a ser de mofa. Serás la "blanda" a la que sus hijos se suben a la chepa. Puede que te adviertan de que la lactancia nocturna a demanda te convertirá a la larga en la madre de un "ni-ni"... Ya verás...

*Otra terrible transgresión del ideal lactante la constituye la edad del bebé. Amamantar a un recién nacido es hermoso, pero la hermosura del acto disminuye de manera proporcional al crecimiento del bebé. Así, amamantar a un bebé de 9 meses o un año es... digamos... "raro"; amamantar a un bebé (que sí, que lo sigue siendo!) de 18 meses es provocador, y dar teta a un niño de casi 4 años es... es una vergüenza, vamos hombre! Confieso que por más vueltas que le doy no consigo entender por qué esto es así, por qué hay un momento en el que la intimidad y la ternura del acto de amamantar se convierten en algo perverso, obsceno e incluso, como ya os avanzaba al principio que tuve que escuchar en una ocasión, antinatural. Puedo, filosofando un poco al respecto, intuir que tiene algo que ver con la tendencia social a cosificar a los bebés más pequeños, a considerarlos meros muñequitos o entes pasivos que ni sienten ni padecen, y que además son angelicalmente asexuados; a diferencia de los más mayorcitos que dejan de ser angelitos para convertirse en seres humanos, muy humanos, claramente niñOs o niñAs, que muestran su propio carácter, sus primeras palabras reconocibles, que pueden comunicar y expresar emociones y algunos básicos pensamientos. Conforme crecen los bebés-niños se humanizan, y ver a una mujer semidesnuda con un pequeño ser humano en su pecho puede resultar chocante para algunos sectores de esta nuestra paradójica y muchas veces absurda sociedad. La Buena Madre amamanta bebés, no acerca su pecho a los labios de pequeñas personas humanas... No sé, digo yo que irán por ahí los tiros...

*La lactancia es impensable (y pueden tacharte de "ridícula" si sostienes lo contrario) si hablamos de varios bebés a la vez, ya sean gemelos, trillizos o sencillamente dos hermanos de distintas edades. Pretender amamantar a más de un hijo o hija a la vez despierta extrañas suspicacias, genera miradas recelosas y suele desembocar en comentarios hirientes más o menos conscientes y voluntarios. Por qué? Muchas veces me he mordido la lengua para no decirle a alguien "-Te molesta que yo amamante a mis dos hijos porque tú no fuiste capaz de amamantar a uno sólo?" Y no, no lo diré jamás en voz alta porque creo que sería una pregunta injusta, cruel y dañina. Pero lo pienso... lo pienso... Me apena terriblemente esa envidia extraña e insana que flota sobre esas miradas de incomprensión hacia mis dos lactancias paralelas...

*Para terminar, la  Buena Madre  ha de amamantar al niño perfecto y su lactancia a de ser perfecta también. Decir que "llamar la atención" es una forma demasiado educada de definir la reacción general ante una mamá que amamanta a un bebé con síndrome de Down o con problemas orofaciales serios, o sencillamente ante una mujer que al abrirse la ropa descubre dos pechos y un relactador colgando entre ellos. Son situaciones "especiales" o "extremas", sí, que demasiado frecuentemente se desvalorizan, se desvirtúan con comentarios del tipo de "-Y para qué te tomas tanto trabajo?", "-Pero de verdad te compensa?", "-Pues chica, tú misma, pero que sepas que con el bibe se criaría igual de bien!" ...y acaban degenerando en "casos raros", madres exageradas, locas de la teta, etc.

Muchas de estas situaciones las he vivido en primera persona, otras me han tocado bastante de cerca. Sé lo que es pasar en segundos de Buena Madre a madre que hace cosas raras... e indecentes. De verdad que lo sé. Y sé que no soy la única que se ha sentido así alguna vez, o muchas veces, o demasiadas.Porque la lactancia que la sociedad entiende como aceptable y hasta hermosa es una lactancia medida, limitada, que guarda unas determinadas "formas", que se adhiere a unos cánones precisos, que no se sale del  caminito marcado... Pero las madres que amamantamos sabemos que la lactancia real, la de verdad, no es así. Que no solo no tiene horarios ni límite de edad sino que tampoco pone medidas a su forma de expresarse, que no se corta ni se esconde, que te arrastra a una entrega, un cuidado y un amor incondicionales y absolutos. No aparecían estos conceptos en aquella imagen clásica de la Buena Madre que antes veíamos??????

Para esta Semana Mundial de la Lactancia Materna hay muchas causas importantísimas que reivindicar. Hay muchas cuestiones vitales que aún deben resolverse en lo que a la lactancia se refiere, pero mi granito de arena a la Semana en esta ocasión va a ir dedicado no a la lactancia en sí sino a las madres lactantes. Porque tenemos derecho a que se nos comprenda y respete, a que se reconozca que nuestra labor es GRANDE, que está llena de matices y que está en su naturaleza subvertir esquemas y romper corsés. Que no somos raras, indecentes ni nada por el estilo; que somos, definitivamente, Buenas Madres.

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