Quienes nos dedicamos a esto creemos tenerlo claro: Todas las mujeres, cada una de ellas, merece tener el acompañamiento adecuado cuando se enfrenta a la experiencia de la maternidad. TODAS las mujeres. CADA UNA de ellas.
Parece una verdad muy simple y muy obvia, algo muy fácil de entender; y sin embargo no lo es… Por desconocimiento, por prejuicios varios y en ocasiones por una cuestión de discutibles principios, tendemos más que frecuentemente a pervertir este carácter universal del trabajo de las doulas, tendemos a re-interpretar esta idea tan hermosa como incómoda de que TODAS Y CADA UNA de las mujeres merecen contar con el acompañamiento de una. Nos quedamos con la parte dulce de la historia, con ese discurso consolador y luminoso que nos habla de la Experiencia Universal de la Maternidad, de una Red Global de Mujeres, del regreso a cierta Matriz Cósmica… Es muy tentador para una doula dejarse llevar por esa corriente que fluye en una dirección tan definida, tan agradable y definitivamente tan cómoda; no cuesta trabajo acompañar en estas condiciones, ¿ verdad? Pero… ¿Qué ocurre cuando nos encontramos con mujeres que no tienen interés ninguno en formar parte consciente de ese Movimiento Global ni de esa Red? ¿Qué actitud tomamos ante aquéllas que conciben la maternidad no de “ésa” sino de “otra manera”? A veces perdemos de vista que la universalidad de la experiencia maternal se construye sobre millones de experiencias personales y concretas y que sosteniendo a esa Mujer con mayúsculas se encuentran millones de mujeres reales y corpóreas, mujeres en minúsculas, cada una con su visión del mundo, de la vida y de sí misma; y si aceptamos la premisa de que TODA mujer merece nuestro acompañamiento en su proceso de maternidad ocurrirá que muchas veces (muchas…) esa visión no va a coincidir en nada con la nuestra. Muchas veces esas mujeres van a tomar decisiones que no van a gustarnos nada, que nos va a costar muchísimo siquiera comprender. Muchas veces nos podremos encontrar acompañando a una mujer por un camino que no querríamos tener que recorrer, deseando de corazón no tener que recorrerlo. ¿Qué va a pasar en esos casos? Todas queremos sentarnos en un rincón oscuro y hacer calceta mientras acompañamos a una madre que pare en su casa, ahí no tenemos dudas. Pero, ¿qué pasa con las madres que te piden acompañamiento para una inducción injustificable, para una cesárea concertada o para un destete precoz en plena cuarentena? ¿No merecen una doula esas madres? ¿No podemos serles útiles a ellas también?
Si la pregunta fuera solo en esa dirección, si se tratara solo de un "debate interno" entre profesionales, quizás no tendría tanto interés; pero es que no es así. Esa especie de desconfianza o de recelo se da también en el sentido inverso, esto es, de las madres a las doulas. O acaso no os habéis encontrado nunca a una mujer que, tras explicarle a qué os dedicáis, os ha mirado de arriba a abajo espetándoos un dificilmente digerible "-...y de verdad hay gente que te paga por eso???" ... O, más claro todavía, a una mujer que te cuenta su determinada y personal situación, le preguntas si dada tal situación no se ha planteado contratar a una doula y te contesta sinceramente perpleja eso de "-...y yo para qué quiero una doula?" ¿Una doula puede ser útil a estas mujeres?
Personalmente, he tenido que enfrentarme a esta pregunta unas cuantas veces, algunas en silencio, para mí misma, pero otras también en voz alta, dialogando con alguna mujer que me lo preguntaba expresamente. Y para responderla veo que se me hace imprescindible un ejercicio total de honestidad: Si acepto que de verdad TODAS y CADA UNA de las mujeres merecen una doula a su lado y pueden verse beneficiadas por su presencia y su labor de acompañamiento, entonces sí, no hay duda, podré serle útil. Si, por el contrario, aún partiendo de aquella idea primordial tan bonita y tan -como estamos viendo- incómoda, hay situaciones en las que tengo que reconocer que me siento demasiado incomoda, demasiado desubicada como para acompañar, entonces estoy poniendo una barrera entre las madres reales y mi trabajo, estoy utilizando sin mencionarlo y como soslayándolo para no tener que verlo una especie de filtro con el que selecciono a madres que dan un perfil determinado, que encajan en un prototipo de "usuaria de doula". ¿Con qué opción me quedo? ¿Cómo decido entender mi labor y sobre qué principios quiero trabajar? Así volvemos al principio de todo: Quienes nos dedicamos a esto creemos tener claro que todas las mujeres, cada una de ellas, merece tener el acompañamiento adecuado cuando se enfrenta a la experiencia de la maternidad. TODAS las mujeres. CADA UNA de ellas. Lo tenemos claro, si, pero nos desviamos a veces tanto, tanto, tanto de aquella idea primitiva y cristalina que a los ojos de las madres (las de verdad, las de carne y hueso…) nos volvemos lejanas y opacas. No es extraño que se pregunten para qué quieren ellas una doula si nosotras mismas dudamos de nuestra utilidad y pertinencia; si tenemos la arrogancia de preguntarnos si de verdad nos merecen, ¿cómo nos van a preguntarse ellas con cierto recelo para qué nos quieren???
Parece una verdad muy simple y muy obvia, algo muy fácil de entender; y sin embargo no lo es… Por desconocimiento, por prejuicios varios y en ocasiones por una cuestión de discutibles principios, tendemos más que frecuentemente a pervertir este carácter universal del trabajo de las doulas, tendemos a re-interpretar esta idea tan hermosa como incómoda de que TODAS Y CADA UNA de las mujeres merecen contar con el acompañamiento de una. Nos quedamos con la parte dulce de la historia, con ese discurso consolador y luminoso que nos habla de la Experiencia Universal de la Maternidad, de una Red Global de Mujeres, del regreso a cierta Matriz Cósmica… Es muy tentador para una doula dejarse llevar por esa corriente que fluye en una dirección tan definida, tan agradable y definitivamente tan cómoda; no cuesta trabajo acompañar en estas condiciones, ¿ verdad? Pero… ¿Qué ocurre cuando nos encontramos con mujeres que no tienen interés ninguno en formar parte consciente de ese Movimiento Global ni de esa Red? ¿Qué actitud tomamos ante aquéllas que conciben la maternidad no de “ésa” sino de “otra manera”? A veces perdemos de vista que la universalidad de la experiencia maternal se construye sobre millones de experiencias personales y concretas y que sosteniendo a esa Mujer con mayúsculas se encuentran millones de mujeres reales y corpóreas, mujeres en minúsculas, cada una con su visión del mundo, de la vida y de sí misma; y si aceptamos la premisa de que TODA mujer merece nuestro acompañamiento en su proceso de maternidad ocurrirá que muchas veces (muchas…) esa visión no va a coincidir en nada con la nuestra. Muchas veces esas mujeres van a tomar decisiones que no van a gustarnos nada, que nos va a costar muchísimo siquiera comprender. Muchas veces nos podremos encontrar acompañando a una mujer por un camino que no querríamos tener que recorrer, deseando de corazón no tener que recorrerlo. ¿Qué va a pasar en esos casos? Todas queremos sentarnos en un rincón oscuro y hacer calceta mientras acompañamos a una madre que pare en su casa, ahí no tenemos dudas. Pero, ¿qué pasa con las madres que te piden acompañamiento para una inducción injustificable, para una cesárea concertada o para un destete precoz en plena cuarentena? ¿No merecen una doula esas madres? ¿No podemos serles útiles a ellas también?
Si la pregunta fuera solo en esa dirección, si se tratara solo de un "debate interno" entre profesionales, quizás no tendría tanto interés; pero es que no es así. Esa especie de desconfianza o de recelo se da también en el sentido inverso, esto es, de las madres a las doulas. O acaso no os habéis encontrado nunca a una mujer que, tras explicarle a qué os dedicáis, os ha mirado de arriba a abajo espetándoos un dificilmente digerible "-...y de verdad hay gente que te paga por eso???" ... O, más claro todavía, a una mujer que te cuenta su determinada y personal situación, le preguntas si dada tal situación no se ha planteado contratar a una doula y te contesta sinceramente perpleja eso de "-...y yo para qué quiero una doula?" ¿Una doula puede ser útil a estas mujeres?
Personalmente, he tenido que enfrentarme a esta pregunta unas cuantas veces, algunas en silencio, para mí misma, pero otras también en voz alta, dialogando con alguna mujer que me lo preguntaba expresamente. Y para responderla veo que se me hace imprescindible un ejercicio total de honestidad: Si acepto que de verdad TODAS y CADA UNA de las mujeres merecen una doula a su lado y pueden verse beneficiadas por su presencia y su labor de acompañamiento, entonces sí, no hay duda, podré serle útil. Si, por el contrario, aún partiendo de aquella idea primordial tan bonita y tan -como estamos viendo- incómoda, hay situaciones en las que tengo que reconocer que me siento demasiado incomoda, demasiado desubicada como para acompañar, entonces estoy poniendo una barrera entre las madres reales y mi trabajo, estoy utilizando sin mencionarlo y como soslayándolo para no tener que verlo una especie de filtro con el que selecciono a madres que dan un perfil determinado, que encajan en un prototipo de "usuaria de doula". ¿Con qué opción me quedo? ¿Cómo decido entender mi labor y sobre qué principios quiero trabajar? Así volvemos al principio de todo: Quienes nos dedicamos a esto creemos tener claro que todas las mujeres, cada una de ellas, merece tener el acompañamiento adecuado cuando se enfrenta a la experiencia de la maternidad. TODAS las mujeres. CADA UNA de ellas. Lo tenemos claro, si, pero nos desviamos a veces tanto, tanto, tanto de aquella idea primitiva y cristalina que a los ojos de las madres (las de verdad, las de carne y hueso…) nos volvemos lejanas y opacas. No es extraño que se pregunten para qué quieren ellas una doula si nosotras mismas dudamos de nuestra utilidad y pertinencia; si tenemos la arrogancia de preguntarnos si de verdad nos merecen, ¿cómo nos van a preguntarse ellas con cierto recelo para qué nos quieren???
Y YO, PRIMERIZA Y NOVATA TOTAL EN ESTO DE LA MATERNIDAD, YO QUE NO SÉ SIQUIERA QUÉ ES UNA DOULA... PARA QUÉ VOY A QUERER UNA?
Para encontrar un punto de sujeción, un soporte firme, una especie de refugio seguro en medio del caos al que te vas a enfrentar en breve. Antaño cualquier madre primeriza y novata como tú tenía a su alrededor un referente maternal claro: Conocía a mujeres cercanas que estaban viviendo o habían vivido esa experiencia, oía con frecuencia y normalidad historias de embarazos y partos, veía a su alrededor a mujeres amamantando… Hoy ese ambiente materno se ha perdido. Hoy las nuevas formas de vida, los nuevos ritmos, las nuevas relaciones sociales… el mundo en el que hoy vivimos no ha guardado un espacio para estas redes simbólicas y vitales, y cada madre se enfrenta a su maternidad más sóla y desarraigada que nunca. Una doula puede ser una figura clave para vencer esa soledad y ese desarraigo maternal; una mujer con experiencia suficiente para hacerte sentir segura, pero también con la sensibilidad y discreción necesarias para hacer que esa seguridad se dirija hacia ti y no hacia ella, que sea capaz de hacerte confiar en ti misma en lugar de establecer una relación de dependencia.
…Y YO, MAMÁ EXPERIMENTADA CON DOS HIJOS, DOS EMBARAZOS, DOS PARTOS Y DOS CRIANZAS A LAS ESPALDAS, PARA QUÉ QUIERO UNA DOULA?
No hay dos embarazos iguales, ni dos partos, ni dos crianzas, ni dos hijos… Lo que sí que hay es una sola mujer, tú, enfrentándose a estas situaciones y desafíos que son nuevos y diferentes cada vez. Quizás el acompañamiento de una doula puede ayudarte a integrar estos dos extremos: Tu identidad personal, que sigue siendo una a través del tiempo y de las circunstancias de la vida, y tus diversas, diferentes y circunstanciales experiencias como madre…
...Y YO, QUE DECIDIDAMENTE RENUNCIO A INFORMARME DE NADA ANTES DEL PARTO, QUE NO QUIERO LEER, QUE NO QUIERO SABER, QUE NO QUIERO COMERME LA CABEZA Y SOLO ESPERO A QUE LOS ACONTECIMIENTOS VAYAN LLEGANDO CUANDO Y COMO TENGAN QUE LLEGAR... PARA QUÉ QUIERO UNA DOULA?
Quizás no para entender el proceso, si no lo deseas, pero sí para entenderte a ti misma… Quizás una doula puede ayudarte a interpretar tu propia vivencia o tus propias reacciones ante las situaciones que vas a vivir. Puede aportarte una cierta sensación de seguridad o de “normalidad” en medio de una experiencia que te resultará desconocida, incomprensible, extraña… Salvando las distancias: A mi me aterroriza volar. Mis conocimientos de aeronáutica son de cero-patatero, así que montar en un avión supone un total abandonarme a lo desconocido y me da, de verdad, mucho-mucho-mucho miedo. Cuando vuelo, no obstante, encuentro un claro consuelo en observar a las azafatas, me devuelve una razonable sensación de confianza y de seguridad ver cómo pasean sonrientes por el pasillo, cómo charlan entre ellas, cómo se desenvuelven con elegancia y sin sobresaltos aun en medio de las turbulencias… Salvando las distancias, repito, creo que la presencia de una doula en tu viaje hacia la maternidad, su sola presencia y compañía, su estar contigo en ese proceso, puede hacer que la experiencia sea más positiva, menos amenazadora y, como te decía, más “normal”…
...Y YO, QUE DECIDIDAMENTE RENUNCIO A INFORMARME DE NADA ANTES DEL PARTO, QUE NO QUIERO LEER, QUE NO QUIERO SABER, QUE NO QUIERO COMERME LA CABEZA Y SOLO ESPERO A QUE LOS ACONTECIMIENTOS VAYAN LLEGANDO CUANDO Y COMO TENGAN QUE LLEGAR... PARA QUÉ QUIERO UNA DOULA?
Quizás no para entender el proceso, si no lo deseas, pero sí para entenderte a ti misma… Quizás una doula puede ayudarte a interpretar tu propia vivencia o tus propias reacciones ante las situaciones que vas a vivir. Puede aportarte una cierta sensación de seguridad o de “normalidad” en medio de una experiencia que te resultará desconocida, incomprensible, extraña… Salvando las distancias: A mi me aterroriza volar. Mis conocimientos de aeronáutica son de cero-patatero, así que montar en un avión supone un total abandonarme a lo desconocido y me da, de verdad, mucho-mucho-mucho miedo. Cuando vuelo, no obstante, encuentro un claro consuelo en observar a las azafatas, me devuelve una razonable sensación de confianza y de seguridad ver cómo pasean sonrientes por el pasillo, cómo charlan entre ellas, cómo se desenvuelven con elegancia y sin sobresaltos aun en medio de las turbulencias… Salvando las distancias, repito, creo que la presencia de una doula en tu viaje hacia la maternidad, su sola presencia y compañía, su estar contigo en ese proceso, puede hacer que la experiencia sea más positiva, menos amenazadora y, como te decía, más “normal”…
…Y YO QUE, DESPUÉS DE INFORMARME AL RESPECTO, NO SIENTO NINGUNA ATRACCION EN ABSOLUTO POR ESO DEL PARTO Y LA MATERNIDAD “NATURALES”, QUE CONFÍO AL 100% EN LO QUE ME DICEN MI GINECÓLOGO, MI PEDIATRA, MIS AMIGAS Y MI MADRE… QUE ACEPTARÉ SIN CUESTIONAR NADA CUALQUIER INTERVENCIÓN QUE ME PROPONGAN EL DÍA DEL PARTO, QUE TENGO CLARO DESDE HOY MISMO QUE NO VOY A DAR PECHO Y QUE MI BEBÉ DORMIRÁ EN SU HABITACIÓN DESDE EL PRIMER MINUTO , Y QUE… PARA QUÉ QUIERO YO UNA DOULA?
Una doula está ahí para darte la información que necesites cuando tú quieras tenerla, para explicarte las cosas con claridad y sin dobleces, para ayudarte a distinguir las opiniones populares de la certeza científica; te puede contar qué es y cómo se desarrolla un parto, te dejará bien claro que el pecho es la mejor opción para ti y para tu bebé y podrá razonarte cuáles son las ventajas físicas y emocionales del colecho o de la crianza en brazos. Puede proporcionarte toda esa información y además, si lo necesitas, también el apoyo que necesites a ese respecto. Pero, una vez que tú tomas tus decisiones y siempre que sean éstas unas decisiones conscientes e informadas, estará ahí también para respetarlas, para no juzgarte y para servirte de apoyo en las dificultades que se te pueden presentar en ése, tu propio y personal camino. Una doula no va a imponerte la dirección que has de seguir como madre nunca, jamás va a pretender guiarte; simplemente, te va a acompañar… Va a velar por tu bienestar y va a procurar que tu experiencia de la maternidad sea la más positiva, pero siempre, siempre, siempre, quien juzga lo positivo de esa experiencia y quien se hace responsable de ella has de ser tú…
Una doula está ahí para darte la información que necesites cuando tú quieras tenerla, para explicarte las cosas con claridad y sin dobleces, para ayudarte a distinguir las opiniones populares de la certeza científica; te puede contar qué es y cómo se desarrolla un parto, te dejará bien claro que el pecho es la mejor opción para ti y para tu bebé y podrá razonarte cuáles son las ventajas físicas y emocionales del colecho o de la crianza en brazos. Puede proporcionarte toda esa información y además, si lo necesitas, también el apoyo que necesites a ese respecto. Pero, una vez que tú tomas tus decisiones y siempre que sean éstas unas decisiones conscientes e informadas, estará ahí también para respetarlas, para no juzgarte y para servirte de apoyo en las dificultades que se te pueden presentar en ése, tu propio y personal camino. Una doula no va a imponerte la dirección que has de seguir como madre nunca, jamás va a pretender guiarte; simplemente, te va a acompañar… Va a velar por tu bienestar y va a procurar que tu experiencia de la maternidad sea la más positiva, pero siempre, siempre, siempre, quien juzga lo positivo de esa experiencia y quien se hace responsable de ella has de ser tú…
...Y YO QUE EN MI EMBARAZO, EN MI PARTO Y EN MI POSPARTO VOY A ESTAR RODEADA DE UN MONTÓN DE GENTE QUE ME AYUDARÁ, ME ACOMPAÑARÁ Y CUIDARÁ DE MÍ... PARA QUE QUIERO UNA DOULA?
...puede que para encontrarte a tí misma en medio de tanta gente...
...puede que para encontrarte a tí misma en medio de tanta gente...
Espero que poco a poco vayamos acercándonos y ganándole espacio a este desencuentro. Espero que algún día de verdad TODA mujer, CADA mujer, pueda tener a su lado a la persona idónea para hacerle sentir de la manera más hermosa y más viva su propia maternidad...
Chapó hermana... nos queda mucho trabajo personal...
ResponderEliminarGracias por compartir tu reflexión.